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Publicado: 11 / 05 /2014

La carpa villera en el Obelisco

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La carpa villera en el Obelisco se encuentra dividida en dos por una enorme manta verde. De un lado, un grupo de unos 20 manifestantes atiende un taller literario, la actividad cultural organizada para la tarde. Del otro, seis colchones y una mesa repleta de paquetes de yerba y azúcar, para aguantar el reclamo, se reparten un espacio mucho más chico. La habitación de los huelguistas es la menos lujosa del centro porteño, pero les alcanza para guarecerse del frío y de las primeras gotas que empiezan a caer sobre Corrientes y 9 de Julio.

Tampoco se quejan. Dicen que en las villas es peor, que llueve de abajo hacia arriba. Ayer se cumplió el día 18 del acampe con huelga de hambre líquida que busca que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires urbanice todas las villas porteñas y declare la emergencia habitacional, socioambiental, sociosanitaria y socioeducativa. “En este reclamo sólo hay una posición, que es la nuestra. Desde el gobierno porteño nunca hubo respuesta, ni siquiera para que levantemos la carpa”, asegura a Página/12 Federico, integrante de la Corriente Villera Independiente, organización que impulsó la medida.

“Más allá de que el gobierno no nos contesta, no tenemos problemas. Todo lo contrario. Tenemos mucha aceptación de la gente, que pasa y se acerca. Es un poco la idea. Es una carpa concientizadora, que intenta visibilizar los problemas de los vecinos villeros y desestigmatizar la visión que existe de que somos chorros, vagos o narcotraficantes. Nosotros también trabajamos y queremos discutir el problema de la urbanización”, agrega.

Por fuera de la carpa, varias banderas de distintas organizaciones que apoyan el reclamo se agitan por el viento que anuncia la lluvia. Una de ellas, firmada por La Poderosa, que se unió una semana después de iniciado el campamento, reza: “La dignidad es poderosa e independiente. La Garganta grita con la Corriente”. “Nos acercamos porque sentíamos que había que profundizar el reclamo.

La urbanización es un derecho a la vida para que, por ejemplo, pueda entrar una ambulancia o una autobomba. También para que los chicos no queden desescolarizados. Cuando llueve, las calles se inundan y muchas familias no pueden mandar a sus hijos al colegio”, explica un miembro del colectivo, que hace tres días acampa junto a otros seis compañeros, en la cuarta ronda de manifestantes que lo hace desde que comenzó la medida de fuerza.

Hace 10 años La Poderosa realiza trabajo territorial en las villas para contener a los vecinos y hace tres que lanzó su conocida publicación para poder contar sus problemas. “No somos sólo una revista. Somos una articulación de 15 asambleas villeras de ocho provincias que luchamos por las mismas causas que esta carpa. Las entrevistas a personalidades como Messi son la manera que encontramos para meter y contar estas problemáticas. Hubo muchos casos de chicos muertos por la falta de urbanización: Kevin, en Villa Zavaleta; Rodrigo, a quien mató la caída de un árbol en Barrio Fátima que la madre denunció tres veces; o María, que murió por un incendio en Rodrigo Bueno que los bomberos no llegaron a apagar”, cuenta.

El miércoles pasado se cumplieron ocho meses de la muerte de Kevin Molina, de 9 años, quien recibió un balazo en la cabeza en medio de un tiroteo en el que las fuerzas de seguridad no intervinieron, pese al aviso de los vecinos.

Federico sostiene que “hasta ahora la única respuesta del Gobierno de la Ciudad es que no vinieron. Apuestan a debilitarnos. Nosotros seguiremos acampando, pensando actividades culturales y profundizando las charlas para debatir el tipo de urbanización que queremos. No nos vamos a cansar porque estamos hartos de vivir mal”.

Informe:  G. Olaberra






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