La Boca
El Riachuelo ha generado expectativas de saneamiento que se han ido renovando sin llegar a concretarse. Las razones para su depuración tienen tantos años como el país, los proyectos de ejecución no faltaron, pero el destino que los acompañó fue la postergación indefinida o las respuestas provisorias.
Recientemente, se difundió el conocimiento de una experiencia significativa realizada por un grupo de científicos argentinos que, a través de la combinación de enzimas y bacterias, lograron limpiar el arroyo del Rey, uno de los afluentes más contaminados, situado en Lomas de Zamora. Se trató de una prueba piloto convocada y aprobada por la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar).
Los resultados de la investigación indicaron que el problema del Riachuelo se concentra en nueve arroyos que llevan la contaminación industrial desde el interior de la cuenca hacia el cauce central y por eso propusieron colocar una planta en la desembocadura de cada arroyo, para que el agua llegue limpia.
Es un dato esperanzador para una cuenca que espera el cumplimiento de las reiteradas promesas de su saneamiento.
Más allá de las inversiones requeridas, se torna imprescindible detener de inmediato la acción de las empresas que vuelcan a ese cauce vertidos industriales contaminantes.
Hace ocho años, la Corte Suprema de Justicia obligó a las autoridades nacionales, provinciales y de la ciudad de Buenos Aires a sanear el Riachuelo, de modo que algún día éste pierda la triste fama por sus aguas contaminadas. Pero ese día aún no ha llegado. Es de esperar que ocurra y que el río se convierta alguna vez en un polo de desarrollo.
Fuente: Diario la Nación – Produccion: NdB