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Personal de la Comisaría N°24 encontraron el cadáver de Arturo Cardozo, de aproximadamente 50 años, en la puerta de su casa, un conventillo sobre la calle Necochea al 1200 luego de recibir un reporte de disparos en la zona. Había nueve vainas servidas en el suelo: a Cardozo, se determinó luego en el hospital Argerich, le entraron ocho balas en el cuerpo. El forense que le levantó la camisa encontró, sorpresivamente, dos puñaladas en su abdomen. Un investigador del caso apunta: «Fue un ajuste de cuentas, claramente. Y fue un acto de calentura. Los autores no lo premeditaron».
El caso quedó en manos de la división Homicidios de la PFA, bajo la firma del Juzgado de Instrucción N°34. La falta de premeditación fue evidente: el cuchillo con que lo apuñalaron quedó a pocos metros de su cadáver. También se hallaron un bolso con ropa, un gorro de lana y un Volkswagen Bora en el cual, según testigos, llegaron los asesinos de Cardozo, dos masculinos que todavía no fueron identificados. En el apuro por huir, los asesinos, al no poder arrancar el auto, simplemente lo dejaron ahí. El Bora había sido vendido recientemente, sin un cambio de titularidad consumado: el boleto de compraventa fue hallado en la guantera.
Cardozo ya había tenido problemas con la Justicia, presuntamente por venta de drogas. Su hermano, llegó a oídos de la Policía, fue asesinado el año pasado.