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Los problemas que atraviesa el Zoológico porteño desde hace algunos años, que derivaron en la muerte de animales, en el deterioro de sus instalaciones y en el malestar de sus empleados, motivaron al Gobierno porteño a plantear su cierre. O su transformación en un parque público y cultural sin animales en cautiverio, lo que era pedido a gritos por las organizaciones protectoras de animales.
Fuentes de la Ciudad revelaron que es casi un hecho la rescisión del contrato de la concesionaria Zoológico de Buenos Aires SA, que tiene vigencia hasta fines del año que viene y que actualmente paga un canon mensual de $1.010.000 por la explotación. Ayer la entidad no estaba al tanto de esta decisión.
La intención oficial, sin embargo, es mantener el lugar abierto, en primer lugar porque no todos los animales pueden ser trasladados. Además de querer garantizar su bienestar, la gran cantidad de especies hace complejo el trabajo de cierre. En el predio de 18 hectáreas ubicado en Avenida Sarmiento y Las Heras conviven 2.500 ejemplares de 350 especies. También hay 52 edificios –algunos de 1875- que derivaron en que fuera declarado como Monumento Histórico Nacional, lo que impide que el parque sufra modificaciones profundas en su infraestructura.
Aunque no hay precisiones sobre el plan final, se cree que el nuevo espacio podrá conjugar las propuestas de dos proyectos de ley presentados en la Legislatura porteña. El primero, del diputado Adrián Camps (Partido Socialista Auténtico), pretende convertir el predio en un paseo público donde ya no habría exhibición de animales y se iría buscando su traslado. El otro proyecto, autoría de Hernán Rossi (Suma+), también busca que los valiosos edificios del Zoológico sean recuperados y transformados en espacios culturales. Además, se habla de armar un parque ecológico y hasta unirlo con el Botánico.
Mientras tanto, el Zoo vive un panorama dantesco. Los trabajadores vienen reclamándole a la empresa por el estado de salud de los animales, pues denunciaron que existen muertes prevenibles y sufrimiento de las especies. Sin ir más lejos, el año pasado murieron dos lobos marinos, una mara y una jirafa, que se suman al oso polar Winner fallecido en diciembre de 2012. También hubo problemas con la orangutana Sandra y con la elefanta Mara.